Publicada en 2006, podríamos decir que Desmoronamiento es una secuela (aunque fue publicada antes) de Tirana Memoria, cuya reseña pueden leer acá en mi blog personal.

Como lo hizo luego con Tirana Memoria, Horacio Castellanos Moya pone el foco sobre algunos acontecimientos históricos importantes, pero esta vez no solo de El Salvador sino además sobre Honduras. O más específicamente: sobre la guerra que hubo a finales de los sesenta entre ambos países.

La Guerra del Fútbol

La Guerra de las Cien horas (o la Guerra del Fútbol, como la llamó aquel periodista polaco) fue un conflicto armado de 1969 entre El Salvador y Honduras. Una guerra corta que dejó varios cientos de muertos y heridos, y que puso fin momentáneamente a las relaciones diplomáticas entre estos dos países centroamericanos.

Moya sitúa parte de la acción en esa época. Teresa Mira Brossa es la hija de un importante político hondureño (Erasmo) y de una señora con serios problemas de carácter, perteneciente a la alta burguesía hondureña (Esther), que se enamora del salvadoreño Clemente Aragón (personaje cuyo protagonismo en un golpe de Estado fallido nos es revelado en Tirana Memoria). La pareja se casa en Honduras pero se van a vivir a San Salvador, apenas unos meses antes de que la guerra entre ambos países estalle.

La mayor parte de la historia, Moya nos la narra a través de las cartas que van enviándose diversos personajes entre sí. Una parte importante de estas cartas son de Tere a su padre.

Pero a diferencia de Tirana Memoria, Desmoronamiento nos ofrece una historia mucho más íntima de los personajes. No cifra su atención tanto en el devenir político-militar, sino en la vida de la familia Mira Brossa: las decisiones que toma Teresa en los momentos importantes de su vida; la complicidad con su padre y los eternos problemas con su madre neurótica.

Esto no quiere decir, sin embargo, que la novela esté desprovista de acercamientos interesantes a la realidad de aquellos complicados años. Moya aprovecha cada ocasión que tiene para tirar algunas verdades incómodas, que no por ser parte de la historia han perdido relevancia.

A quienes tampoco entiendo es a esas viejas que quieren que la guerra siga. Se trata de las mujeres más adineradas del país, las más estudiadas, pero se comportan como si fuesen patanes; han hecho varias manifestaciones frente a la Casa Presidencial para protestar por la presencia de la delegación mediadora de la OEA de la que su amigo forma parte. ¡OEA GO HOME!, decía uno de los carteles que portaba la tal Gloria Valdivieso cuando marchaban frente al hotel donde se hospeda la delegación.

También ocupa el recurso de la ficción para tirarle mierda a algunos personajes nefastos que han tenido sus momentos protagónicos en la historia de El Salvador:

Ese Chele Medrano es un vándalo; a Clemen tampoco le hace ninguna gracia, porque además, como es un borracho y marihuanero empedernido, siempre se burla de los coroneles que se han hecho alcohólicos anónimos y a quienes mi marido trata con la mayor atención para que se mantengan lejos del vicio…

¿Vale la pena leer Desmoronamiento?

Sin ánimos de joder al autor, creo que es de sus novelas menos trabajadas. Aunque la trama logra cautivarnos, lo cierto es que no se trata de una gran historia. Los personajes (a excepción de doña Esther) resultan bastante simplones. Tengo la impresión también de que Moyita desaprovechó una importante oportunidad de narrarnos, con mayor profundidad, los acontecimientos que dieron lugar al asesinato de uno de los personajes principales. Aunque quién sabe, quizás ese oscuro hecho nos sea revelado en otras novelas.

Tampoco estoy afirmando que el libro sea malo. Simplemente creo que se le pudo sacar mejor provecho a todo el panorama. O quizás Horacio pensó esta novela para que fuese un breve preámbulo para Tirana Memoria. Habría que preguntárselo alguna vez.